Pensilvania

Detrás de las paredes del centro de detención Berks

Al momento de la visita supervisada de nuestro equipo la mayoría de los detenidos eran padres con hijos.

Retirado y en una zona bastante rural. Allí yace el Centro Residencial de Berks County que alberga inmigrantes indocumentados, entre los que figuran adultos y niños, en lo que se soluciona su estatus migratorio en el país.

Son muchos los rumores sobre este espacio. Unos lo describen como una “cárcel”, mientras que otros como su nuevo “hogar”. Lo cierto es que no cuenta con barrotes, ni cadenas en sus instalaciones, pero sí con vigilancia las 24 horas al día por medio de cámaras de vigilancia y concejeros del Departamento de Inmigración. También laboran en el mismo trabajadores sociales y otro personal de Pensilvania.

Telemundo 62 tuvo la oportunidad de hacer un recorrido supervisado por las instalaciones del centro de detención. No nos permitieron intercambiar opiniones con los residentes, ni mucho menos con sus hijos, pero la experiencia fue bastante educativa.

Al llegar debes de registrarte en un salón vacío, quizás por falta de personal, que solo es atendido si haces una llamada telefónica. Una vez completada la verificación, con detector de metales y todo, se abre una puerta hacia un largo pasillo en el que se divide el acceso al exterior y las actividades rutinarias, así como las salas de asistencia legal y llamadas privadas.

Cada recluso debe estar acompañado de uno o varios “concejeros”, porque no les llaman oficiales, para moverse en la instalación. Entre lo que se les permite hacer a los inmigrantes figura una llamada telefónica de larga distancia gratuita, llamadas adicionales tienen un costo o deben ser solicitadas a la gerencia, anotarse en listados para “trabajo voluntario”, que implica la limpieza de sus respectivos cuartos y baños, “recortes de cabello” y citas médicas.

El parque o zona exterior cuenta con una cancha de tenis, otra de fútbol y columpios, así como juegos para niños. Cabe señalar que durante nuestro recorrido todo estuvo muy en su lugar, como si no se utilizara por largos periodos de tiempo. Cabe señalar, que las actividades al aire libre cobran auge al inicio de la primavera y el alza en temperaturas.

En ese módulo, pero en el interior, están los salones de clases para niños y adultos. Los menores son evaluados y ubicados de acuerdo a su aprovechamiento escolar. Las educadoras hablan español y mandarín, además de inglés. Allí las paredes están decoradas con los proyectos de los niños y uno que particularmente llama la atención es el que lee como sigue: “Que me molesta o que me puede molestar”.

Al momento de nuestra visita los salones estaban vacíos, porque era justo la hora del almuerzo y todos, grandes y chicos, suben al comedor para alimentarse. Representantes del centro de detención aseguran que a diario se le ofrece a la población de inquilinos arroz, frijoles y tortillas, como dieta básica, y para el que no le guste el menú existe un “salad bar” disponible.

También hay dos estaciones de meriendas en ambos niveles donde se ofrece leche y frutas, así como barritas de granola. Estas figuran cerca de los televisores y las computadoras. En el primer nivel hay una mesa de billar y otros juegos digitales. Solo pueden utilizarse de 8:00 a.m. a 8:00 p.m. Una vez terminado ese periodo los residentes deben subir al segundo nivel y no abandonar ese espacio hasta el día siguiente.

En el intercambio de módulos o de salas de estar, de camino al comedor y la enfermería, ubican los documentos de información para la comunidad inmigrante. El que más sobre sale es el del acoso sexual o del acercamiento indebido. El folleto lee: “conoce tu cuerpo”.

Estos folletos están disponibles en inglés y español, pero también en otros idiomas en caso de que haya inmigrantes que necesiten ese tipo de asistencia. Al momento de nuestra visita la mayoría de los residentes eran padres con sus hijos, solo una mujer con su vástago, y un papá con su niña. La población se ubica en los cuartos de acuerdo al sexo, sin embargo un padre con una niña logra una habitación privada.

Los rostros de los inmigrantes eran de incertidumbre. Estaban tranquilos y se movían escoltados por el personal del plantel. En el comedor intercambiaron saludos, pero nada más. Todos estaban alimentándose como si fuera su última comida. Según los directivos del lugar los reclusos reciben tres sesiones alimenticias, así como meriendas, pero todas son a ciertas horas. Así que el que las perdió tiene que buscar la forma de comer, ya se comprando en las máquinas de alimentos o abasteciéndose de meriendas.

El personas que dirigió el recorrido, entre ellos directivos del plantel, contestó todas las preguntas con amabilidad y en la medida en que les permite sus reglas de discreción para con el establecimiento. Al llegar a las habitaciones, nuevamente todo estaba muy coordinado y alistado, tanto que sobre una de las camas, tipo literas, yacía un documento sobre el debido comportamiento en el lugar. El mismo estaba en español.

Ya en las afueras el equipo de T62 Investiga pudo tomar fotos y video, ya que en el interior no es permitido por restricciones federales. Lo que verán en este reportaje son imágenes mayormente suministradas.

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