Pensilvania

Ecuatoriana se defiende a sí misma en corte migratoria

Los casos de asilo por violencia doméstica serán más complicados de presentar.

Una madre ecuatoriana le hizo frente a sus propios miedos, al idioma y hasta al sistema con la idea de reunirse nuevamente con sus mellizos tras haber solicitado asilo en Estados Unidos por violencia doméstica en su país natal.

Esta mujer, de 33 años, residente de Nueva Jersey y quien no quiso ser identificada, optó por representarse a sí misma en las cortes de inmigración para obtener la custodia de sus vástagos y salir en libertad de un centro de detención al que fue ingresada por ocho meses.

Su caso data del 2016, pero la batalla se extendió hasta lograr parte de su cometido. Hasta el momento cuenta con un permiso para tramitar su estatus migratorio que todavía está en veremos, pero está cuidando de sus pequeños, a quienes extrañaba tanto.

“Decidí defenderme sola, porque uno puede hacerlo. No sabía nada de los procedimientos en este país, pero cuando estuve en el centro de detención leí mucho en la librería y lo que pudo decir es que no tengan miedo, no se dejen intimidar”, sostuvo la inmigrante al tiempo que explicó que al momento de enfrentarse ante el magistrado a presentar su caso “sentí mucho miedo, por no saber el idioma, por estar frente a un juez y decir porqué vienes aquí. Tuve una intérprete en la corte, entonces pude hablar español”.

Los casos de asilo por violencia doméstica o acoso de pandillas se tornarán aún más complicados. Todo esto luego de que el Fiscal General, Jeff Sessions, anunciara el lunes que solo el 20% de éstos suele ser real. Tanto que le impuso a los tribunales migratorios a que trabajaran en unos 700 casos por año para liquidar los trámites pendientes.

“La gran mayoría de los reclamos por asilo de los inmigrantes no son válidos”, sostuvo Sessions en una intervención pública.

“Él puede tener su sentido anti migratorio de no querer a más personas aquí, pero no se trata de eso. Se trata de la situación de cada persona y de darles una oportunidad”, agregó la madre ecuatoriana.

La inmigrante, quien vive con miedo en todo momento, trabaja como chofer de Uber para sostener a su familia y pagar las deudas que adquirió al estar de casa en casa una vez fuera del centro de detención.

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