“Fuerte” transición de boricuas desplazados en Filadelfia

El patriarca es el único que trabaja y ha confrontado problemas por el idioma.

La familia Arroyo, proveniente de Puerto Rico, forma parte de los miles de boricuas desplazados por el Huracán María que han hecho de Filadelfia su nueva casa.

En este caso, padre e hijo se trasladaron primero a nuestra zona asistidos por la hermana del primero, quien les ofreció el sótano de su casa, al norte de la ciudad, en lo que retoman su vida. Un mes después llegaron su esposa e hija. Son cuatro en total y solo pudieron rescatar de la devastación una maleta con ropa.

Lo más difícil según Juarbe Arroyo ha sido hallar trabajo, porque asegura que no sabe “nada de inglés”.

“Cuando llegamos se los dije. Estos van a ser meses difíciles, van a ser meses fuertes”, sostuvo.

El sótano donde viven es pequeño y húmedo. El cambio es radical, pero están agradecidos de haber salido con vida del devastador fenómeno natural.

Irma Cabrera, la esposa, dijo que “los primeros días lloré mucho y rebajé como 14 libras”.

Los hijos no emitieron palabra, como jóvenes se entretienen con sus respectivos aparatos electrónicos y van a la escuela, pero su semblante refleja la perdida.

Esta familia forma parte de la nueva realidad de la comunidad puertorriqueña en Filadelfia. Los Arroyo se están quedando con un familiar, pero todavía existen muchos con poca o ninguna ayuda para hacer su vida en la zona. De hecho muchos fueron reubicados por FEMA y los fondos para la asistencia ya culminaron.

El Salvation Army ayuda con abrigos, por el cambio en temperaturas, y tarjetas de regalo para alimentos. Sin embargo el sentir colectivo de todos es la añoranza de su tierra y el terror de la devastación.

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