Papa pide respeto a gays y a divorciados

Este viernes se publicó la exhortación apostólica "La alegría del amor".

CIUDAD DEL VATICANO - El papa Francisco expresó el viernes que los católicos deben aplicar su propia conciencia a la hora de abordar temas complejos como el sexo, el matrimonio y la vida familiar, insistiendo en que la Iglesia cambie su énfasis actual en la doctrina y las normas escritas para enfrentar algunos de los problemas más espinosos ante los fieles.

En un documento importante de 256 páginas publicado el viernes, titulado "La alegría del amor", Francisco no introduce cambios en la doctrina de la Iglesia y recuerda enérgicamente que el matrimonio es un compromiso de por vida entre un hombre y una mujer.

Pero a través de una selección de citas de sus predecesores y haciendo hincapié en sus propias doctrinas, Francisco deja claro que quiere casi una revolución en la forma en que los curas acompañan a los católicos. Apunta que la Iglesia no debe ceñirse a juicio o "arrojar piedras" contra los que no viven de acuerdo con la idea de matrimonio y familia recogida en el Evangelio.

"Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna", escribió el pontífice. "Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad".

En asuntos difíciles como la anticoncepción, Francisco destacó que la conciencia individual de la pareja -y no las normas dogmáticas impuestas desde arriba- deben guiar sus decisiones y la práctica pastoral de la Iglesia.

"Hemos sido llamados a formar conciencias, no a reemplazarlas", dijo el papa sobre la Iglesia.

Insistió que el objetivo de la Iglesia es reintegrar y acoger a todos sus miembros. Pidió un nuevo lenguaje para ayudar a las familias católicas a afrontar los problemas de la actualidad. Adicionalmente, dijo que los pastores deben tener en cuenta los factores atenuantes -miedo, ignorancia, hábitos, coerción- al aconsejar a los católicos.

"Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada 'irregular' viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante", escribió. Incluso los que viven en una "situación objetiva de pecado" pueden alcanzar el estado de gracia y sus intentos para mejorar pueden ser gratos a los ojos de Dios.

La aparición del documento es la culminación de dos años de polémicas consultas a los fieles y la jerarquía, iniciadas por Francisco con la esperanza de comprender los problemas de las familias católicas hoy y brindarles mejor ayuda pastoral.

El asunto más polémico que surgió durante los dos sínodos de obispos fue si Francisco flexibilizaría la posición estricta del Vaticano acerca de dar la comunión a los católicos divorciados y vueltos a casar. El magisterio de la Iglesia sostiene que sin un decreto de anulación que invalide el primer matrimonio, esos católicos viven en adulterio y no pueden recibir la comunión.

Los conservadores insistían que esas normas eran rígidas y no había manera de desconocer las enseñanzas de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio. Los progresistas buscaban un margen para equilibrar la doctrina con la misericordia y estudiar cada caso por separado para acompañar a la pareja en un camino hacia la reconciliación y eventualmente los sacramentos.

El año pasado, Francisco resolvió de manera unilateral facilitar la obtención de la anulación. El viernes dijo que la respuesta rigurosa de los conservadores era incongruente con el mensaje de misericordia de Jesús.

"Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios", escribió. "Recordemos que un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades".

El Papa defendió el respeto de los homosexuales y su no discriminación, pero subrayó que sus uniones no pueden ser consideradas matrimonio y condenó las presiones de organismos que, con ayuda financiera, buscan lograr su legalización en otros países pobres.

En su exhortación apostólica, "Amoris Laetitia" (La alegría en el amor), el pontífice sostiene "que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar 'todo signo de discriminación injusta' y particularmente cualquier forma de agresión y violencia".

"Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el 'matrimonio' entre personas del mismo sexo", agregó.

En el documento, que recoge sus conclusiones en relación a los dos Sínodos de obispos sobre la Familia de 2014 y 2015, escribe respecto a las personas del mismo sexo que "la Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción".

"Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales", afirma, una situación familiar, añade, "nada fácil ni para los padres ni para sus hijos".

"Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida", sostiene.

Pero, al mismo tiempo que defiende el acompañamiento y el respeto de estas personas, subraya que no existe equiparación entre las uniones homosexuales y el matrimonio, y condena a los organismos que presionan con su ayuda financiera a países pobres para que aprueben leyes que reconozcan el matrimonio homosexual.

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