Filadelfia

Crisis Letal: Ansían el cambio de lo que ven como normal

Según el capitán Javier Rodríguez la crisis de las drogas en Filadelfia está al despliegue, en la cara de todos.

El alcance de los afectados por la Crisis Letal que ocupa a Filadelfia va más allá de los usuarios de drogas.

What to Know

  • La crisis de las drogas de Filadelfia está en despliegue, según la Policía.
  • Las cámaras de seguridad instaladas por las autoridades ahuyentan a algunos, pero se reestablecen en otro bloque.
  • Los vecinos y comerciantes consideran que todo puede cambiar, pero que la problemática alcanza niveles preocupantes.

La nueva realidad del norte de Filadelfia gira entorno a jeringas usadas en el suelo, personas sufriendo por las droga, vecinos cansados del cambio y comercios desolados.

La problemática se tornó en una situación de salud pública que afecta a todos por igual.

Eso fue lo que nuestro lente captó como parte de la serie investigativa Crisis Letal que en su segunda parte muestra el rostro de los afectados sin dejar a un lado a todos los sectores que comprenden la comunidad.

El capitán Javier Rodríguez, del Distrito 25 de la Policía de Filadelfia, explicó que las autoridades están laborando con la criminalidad y los puntos de droga, pero en ocasiones no dan abasto. Señaló que si bien colocan cámaras de seguridad en una esquina, tanto los indigentes como los delincuentes, se mueven para la siguiente y le dan continuidad a la situación.

El funcionario cree en que en algún momento todo cambiará para mejor, porque confía en la labor que a diario ejecuta con sus oficiales. “Todos están entrenados para administrar el naloxone. Estamos haciendo mucho, aunque la gente diga que no, pero no podemos sacar a nadie de la calle que no quiere hacerlo. No es ilegal vivir en la calle”, sostuvo.

Dijo que de la misma manera que “hay que respetar y humanizarse” con los que usan drogas, también hay que hacerlo con “los nenes, los ancianos y la gente trabajadora”. “Nadie debe de salir de su casa, sentarse en el balcón o irse a trabajar y ver gente muriéndose en la calle. Los nenes tienen derecho a ir a la escuela y no pasarle por encima a esa gente”.

A su juicio los más pequeños se están criando en un ambiente donde ver drogas, parafernalia para utilizarlas y personas deambulando, es normal.

Aseguró que mucha de la población de adictos no pertenece a la comunidad y contrario a otras ciudades, donde pareciera que el problema está escondido, en Filadelfia está a la vista de todos. “Desde que limpiaron donde estaba el tren, se fueron de ahí, pero se están quedando en diferentes áreas de la comunidad. Como ahí (señala una esquina) que están durmiendo debajo de la escalera”, añadió Rodríguez.

Una de las vecinas del sector, Josefina Rivera, dijo que “cuando vine a vivir aquí, esto era lo mejor que había. Mira que no pasaban ni carros”.

La anciana vive en constante temor y encerrada tras las rejas de su vivienda. “Pero ahora a cada rato están tirando tiros y to esas cosas. Tu sabes todos los que vienen por ahí buscando vicio”.

Otra perspectiva ante la situación nos la proveyó Brendaliz Oliveras, una madre puertorriqueña quien se reubicó en Filadelfia tras la devastación de María. “Donde yo vivía (Ponce) era más tranquilo y no había tanta drogadicción, tanto punto de droga por decirlo así”. La mujer recorre las calles con sus dos hijos para llevarlos a la escuela o a comprar víveres sin emitir palabra alguna. “Prefiero mantenerme en silencio porque a veces tienden a tomar represalias”.

Ese sentir se repite una y otra vez. Otra de las caras son los comerciantes quienes aseguran que ya las personas trabajadoras no acuden a sus puestos de venta, sino que viven de lo que compran los menos afortunados. “la situación se está poniendo peor, porque después que limpiaron allá abajo (rieles del tren) todos ellos (los indigentes) se han venido para acá. Hay drogas por todas partes, agujas la gente no se atreve parrase a esperar la guagua”, mencionó Leo Taveras, propietario de un negocio de electrónicos.

“El comercio ha bajado mucho. Ha cambiado la zona, ha cambiado el área. En los últimos dos años todo ha sido muy negativo. La gente no quiere venir a esta zona, especialmente por la publicidad que le han dado, y por lo difícil que es pasar por todo esto”, agregó.

La permuta de la comunidad no llegará de la noche a la mañana, pero si algo concuerdan todos los entrevistados es que están dispuestos a seguir poniendo su granito de arena.

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