Filadelfia

Programa piloto busca rehabilitación en prisión

Lo expertos advirtieron que las primeras dos semanas fuera de la cárcel luego de la desintoxicación son sumamente peligrosas.

La crisis de opioides no solo se vive en las calles de Filadelfia, sino que en las cárceles también. Por ello, se está implementando un programa de asistencia médica que ayuda a los confinados a sanar su adicción y que eventualmente puedan reintegrarse a la comunidad.

En grupos de cinco, las confinadas que participan en este proceso de rehabilitación esperan por su dosis diaria de Subaxone, una combinación de Buprenorfina y Naloxona que activan ciertos receptores en el cerebro, tal y como lo haría un opioide, pero con efectos más leves.

Con un costo de medio millón de dólares al año, provenientes del bolsillo del contribuyente, más de 700 personas en las cárceles de Filadelfia se han beneficiado de este programa piloto de asistencia médica conocido como el Mat, que fue implementado hace ocho meses.

El 90 por ciento de los confinados recién ingresados deben lidiar con “romper en frío” con su adicción dentro de prisión.

“Cuando llegas aquí, no vas a seguir usando esas drogas. Tenemos que involucrarte en el tratamiento. El objetivo es preservar la vida, ese es el objetivo principal”, dijo Blanche Carney, Comisionada del Departamento de Prisiones de Filadelfia.

“Me ha ayudado en el sentido de que ahora yo pienso, diablo, por qué yo hacía to’ esto. Todavía estoy buscando el por qué. Ahora me levanto tranquila. Antes ni desayunaba. Mi primer desayuno era una bolsa de droga”, contó Stephanie Delgado, quien lleva cinco meses en el tratamiento. “Ahora hasta mi actitud es diferente. Soy más feliz, estoy más activa”.

Sin embargo, Delgado aseguró que el efecto de Subaxone comienza a disiparse cuando se acercan las 24 horas de haber tomado la dosis.

“Me siento bien inquieta y mis manos empiezan a sudar. Me da ansiedad”, expresó.

Lo expertos advirtieron que las primeras dos semanas fuera de la cárcel luego de la desintoxicación son sumamente peligrosas, ya que el riesgo de morir por una sobredosis es 120 veces mayor.

“No creo que resolverá todos los problemas, pero si reduce la reincidencia y esas personas pueden buscar trabajo y vivir una vida decente, eso es un cambio tremendo”, expresó Bruce Herdman, Jefe de Operaciones Médicas del Departamento de Prisiones de Filadelfia.

Antes de que los confinados se reintegren a la sociedad, son inscritos en Medicaid para que sigan el tratamiento, y el costo se transfiere al estado.

“Sé que voy a tener muchas tentaciones. Mi súplica es que el día que yo toque la calle pueda mantenerme como estoy ahora: limpia”, dijo Dhalmarys Soler, quien piensa que llegó a la cárcel con el propósito de sanarse.

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