El papa condena hostilidad contra los inmigrantes

CIUDAD DEL VATICANO - El papa Francisco dijo el domingo que si bien el temor a los migrantes es “legítimo”, se convierte en un pecado si eso provoca hostilidad.

Francisco invitó a migrantes, refugiados, solicitantes de asilo, inmigrantes recién llegados y familias inmigrantes de 49 países de segunda generación a una misa especial en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Los inmigrantes deben “conocer y respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los aceptan”, dijo el pontífice. Agregó que a su vez las comunidades “deben abrirse sin prejuicio a la rica diversidad, deben entender las esperanzas y el potencial de los recién llegados, así como sus temores y sus vulnerabilidades”.

Añadió que “no es fácil entrar en otra cultura, ponerse en los zapatos de gente que es tan diferente a nosotros, entender sus pensamientos y sus experiencias”.

Como resultado, expresó el papa, “en ocasiones nos negamos a contactar al otro y tendemos a erigir barreras para defendernos. Las comunidades tienden a temer que los extranjeros van a perturbar el orden establecido, que se van a robar algo que los demás han pasado trabajo erigiendo”.

Al mismo tiempo, advirtió, los extranjeros tienen sus propios temores: “a la confrontación, a ser despreciados, a la discriminación, al fracaso”.

“Estos temores son legítimos, basados en reservas que totalmente comprensibles desde el punto de vista humano”, dijo el papa.

“Tener dudas y temores no es pecado”, aseveró. “El pecado es permitir que estos temores afecten nuestra respuesta, que limiten nuestras posibilidades, que aminoren nuestro respeto y nuestra generosidad, que alimenten la hostilidad y el rechazo”.

“El pecado es negarse a comunicarse con el otro, con el diferente, con el vecino” en vez de verlo como “una oportunidad privilegiada” para encontrarse con Dios, dijo el papa.

En sus casi cinco años de papado, Francisco ha hecho hincapié en la misión cristiana de seguir el ejemplo de Jesús y dar la bienvenida a los vulnerables y marginados.

Su campaña ha coincidido con esfuerzos en países ricos, incluidos Estados Unidos y varios países de la Unión Europea, por aumentar las barreras físicas o legales a la llegada de inmigrantes.

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