Partes del centro de Filadelfia quedaron literalmente destrozados tras una protesta, que inició pacífica en memoria de George Floyd, y que más tarde se tornó en incendios, enfrentamientos, vandalismo y hasta robos.
La ciudad no fue la excepción, otros lugares de la nación también se tornaron en manifestaciones violentas en medio de la crisis de salud.
Si bien parte de los manifestantes utilizaron mascarillas y guantes, otros no. Fuertes consignas bajo el nombre del afroamericano fallecido en custodia de la Policía en Minneapolis, recorrieron las calles de Filadelfia. Los lugares más afectados fueron City Hall, Dilworth Park, los comercios de Chestnut Street y Walnut Street.
El alcalde Jim Kenney emitió un toque de queda de 8:00 p.m. a 6:00 a.m. por dos noches consecutivas, sábado y domingo, debido al descontrol generado en Center City. Sin embargo, los disturbios dominicales provocaron el cierre de comercios en su totalidad y el adelanto de la ordenanza de mantenerse en casa a las 6:00 p.m.
Varias patrullas fueron incendiadas, entre ellas una de la Policía Estatal de Pensilvania, así como grafiti por todas partes haciendo alusión a “Black Lives Matter”.
En la medida que el caso se desenfrenaba por las calles citadinas en otras partes como el sur y el noreste de la ciudad el panorama era totalmente distinto. Familias se congregaron a fiestar entre ellos y a hacer barbacoas para festejar el sábado.
Temprano el domingo brigadas de voluntarios acudieron a limpiar las calles de Filadelfia, pero hasta ese mismo momento todavía se podía avistar quien estaba hurtando artículos de las tiendas quebrantadas por el furor de la manifestación.
