En vista de la cantidad de menores, de 12 a 19 años afectados y perecidos debido a la crisis de violencia armada, existe una generación marcada cuyos problemas no tendrían fin.
Y es que según la psicóloga clínica María Espinola “el impacto de la violencia armada en los niños es tremendo, porque básicamente lo que hace es que dejen de tener esperanzas en el futuro”.
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La experta dijo que no todo puede quedarse en terapias y en conversaciones sensatas en casa o en la escuela. “Tiene que haber acción”, apuntó al promover que cada padre de familia o miembro de la comunidad debe de hacer su asignación y evaluar a los legisladores por los que votan.
“Este es un problema de salud pública que no se remedia por terapia. Hay que tener un control. Sé que el alcalde de Filadelfia trató de poner algunas regulaciones (relacionadas al controld e armas), que se vinieron abajo, pero tiene que ser a nivel estatal. La gente tiene que informarse de qué están haciendo sus legisladores. La realidad es que detrás de todo esto hay mucho dinero y hay organizaciones que dan dinero a las campañas de los legisladores que están en el poder”, opinó Espinola.
Al parecer si no se toman cartas en el asunto, que ha cobrado vidas con tanta constancia, que ya la cuenta rebasa las expectativas, “se va a poner peor". Comentó además que "si no se hace algo, la violencia nunca se va a acabar”, comentó.
Recordó que “es importante tener conversaciones con los niños, acerca de sus preocupaciones y miedos, pero empezar a mirar si hay comportamientos que vayan deteriorándose o escalando. Tales como:
- Falta de sueño o mal dormir
- Falta de apetito
- Mal comportamiento con terceros o en la escuela
- Agresividad o sentimientos de venganza
Uno de los casos más recientes que cobró la violencia armada en Filadelfia fue al niño Jeremiah “Jay” Wilcox, de 13 años, quien estaba visitando a unos amigos en West Oak Lane en Filadelfia cuando fue ultimado.