Muchos sectores en la costa de Nueva Jersey mostraron preocupación ante la llegada de visitantes a sus playas, para disfrutar del verano, en la medida en que el estado continúa aflojando las restricciones y cierres provocados por el COVID-19.
Con el fin de semana festivo del 4 de julio, surge la preocupación de las grandes multitudes que han ido llegando a algunos lugares populares de la costa y al cumplimiento deficiente de las medidas obligatorias para ayudar a frenar la propagación del virus.
"Estoy realmente preocupado", dijo Paul Kanitra, alcalde de Point Pleasant Beach, un popular pueblo costero a donde llegaron miles de turistas que invadieron la playa y el paseo marítimo hace unas semanas para realizar una "fiesta pop-up", prestando poca atención al distanciamiento social o al uso de mascarillas.
"Estamos viendo picos en todo el país, en los estados que se abrieron hace semanas, y aunque estamos haciendo un buen trabajo en Nueva Jersey, hay mucha gente que es demasiado arrogante con respecto al distanciamiento social", dijo. "Hay un riesgo inherente en todo esto".
Se esperan grandes multitudes en la costa para el fin de semana festivo: los casinos de Nueva Jersey han reabierto, junto con atracciones y parques acuáticos. Las playas están abiertas, aunque a niveles de ocupación reducidos, y el jueves, las piscinas en interiores se reabrieron con un 25% de capacidad. Los restaurantes pueden ofrecer comidas al aire libre limitadas, y las tiendas y centros comerciales se han reabierto.
Pero no todos siguen las reglas diseñadas para prevenir la propagación del virus, incluido el uso de máscaras y la separación de seis pies. A finales de junio, grandes multitudes invadieron D'Jais, un popular club nocturno frente al mar en Belmar en escenas que recuerdan los días previos a la pandemia. Pocos clientes usaban cubiertas para la cara, y pocos aún se mantenían a distancia de los demás en una pista de baile abarrotada.
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El gobernador Phil Murphy vio videos del club repleto y advirtió que el estado no dudará en volver a imponer restricciones más severas si la gente no se comporta.
"No podemos renunciar a nuestro distanciamiento social o nuestra responsabilidad solo porque el sol está fuera", dijo el gobernador. “No podemos dejarnos llevar por la complacencia y pensar que está bien aglomerarse en un bar. Así es como ocurren los brotes”.
Skyler Walker, una mujer de Scotch Plains de poco más de 20 años, estaba en la playa de Belmar la semana pasada en un día soleado con temperaturas de 90 grados.
"Definitivamente creo que las personas a las personas les está empezando a importar menos”, dijo. Sin embargo, ella no comparte esa opinión, a juzgar por la mascarilla facial que estaba usando en el paseo marítimo mientras esperaba en la fila para comprar insignias de playa.
Walker estaba en la playa con una amiga que es enfermera en un hospital de la costa de Nueva Jersey y que se encuentra lleno de pacientes con coronavirus. La amiga, que no quiso dar su nombre, insistió en que el virus no ha terminado, según lo que ve en el trabajo todos los días.
Michael Scott, otro de 20 y tantos años en la playa de Belmar, dijo que él y sus amigos han modificado su comportamiento este verano, incluso en clubes nocturnos.
"Trato de pasar el rato con mi gente", dijo. “No se trata solo de conocer gente nueva. Tenemos un grupo cercano de amigos que se pusieron en cuarentena juntos”.
El alcalde de Ocean City, Jay Gillian, suplicó a los residentes y visitantes que usaran máscaras durante las vacaciones, incluso en el paseo marítimo, y señaló que "Ocean City ya está muy concurrida".
Aunque la tasa de hospitalización de Nueva Jersey ha bajado drásticamente hace unos meses, los funcionarios temen que las hospitalizaciones por el virus aumenten nuevamente si las personas dejan de tomar precauciones.
"Estamos especialmente preocupados después de las reuniones que vimos en la costa de Nueva Jersey", agregó la comisionada de salud del estado, Judith Persichilli. "Las personas estaban juntas, lo que aumenta el riesgo de propagación del virus".
Este fin de semana habrá una gran prueba con la reapertura de ocho de los nueve casinos de Atlantic City. El Borgata permanece cerrado debido a las prohibiciones de fumar, beber y comer en interiores que Murphy impuso en las salas de juego.
La mayoría de los casinos escanean las temperaturas de los huéspedes al entrar, los dispensadores de desinfectante para manos se colocan en todo el local y todos los que están adentro deben usar una máscara.
El primer día de operaciones, el jueves, pareció ir bien, con un amplio cumplimiento de las precauciones de virus.
