Sánchez Cerén deja gobierno salvadoreño con fuertes críticas

El presidente de El Salvador concluirá su mandato de cinco años con una elevada desaprobación

SAN SALVADOR (AP) — Salvador Sánchez Cerén, un excomandante guerrillero que llegó a la presidencia de El Salvador ofreciendo más justicia social para los ciudadanos, concluirá su mandato de cinco años con una elevada desaprobación de su trabajo gubernamental y como uno de los mandatarios peor evaluados en la historia democrática del país centroamericano.

“La esperanza era palpable para todos los salvadoreños que creyeron en Sanchez Cerén y en el FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), pero hay mucha decepción porque no les cumplió las promesas que hizo”, dijo Miguel Montenegro, director de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CIDHES). “El problema del señor presidente es que no ha sabido comunicarse con el pueblo. Él ha estado alejado de las comunidades, de los medios de comunicación, el papel lo han jugado otros”, agregó.

Además de esa aparente ausencia al mando del país, se le ha criticado por el manejo en materias como seguridad y crecimiento económico.

El actual favorito para sucederlo, Nayib Bukele, ha sido feroz en su rechazo y aseguró a The Associated Press en una entrevista reciente que el mandatario es “el peor evaluado en los últimos 35 años”. Una encuesta de Cid Gallup publicada en enero da la razón al candidato de 37 años que busca la presidencia al frente de la conservadora Gran Alianza para la Unidad Nacional (GANA) y señala que la administración de Sánchez Cerén es la peor evaluada desde 1988. Actualmente, agrega Luis Haug, gerente de la empresa, “tiene un índice negativo de 19 puntos”.

La desaprobación también ha alcanzado al FMLN, fundado por el mandatario, y provocó que en las elecciones legislativas de 2018 perdiera ocho de los 31 escaños que tenía en el parlamento unicameral, lo que dejó al gobierno en una condición de desventaja para poder presionar a la derecha que ahora controla ese órgano del Estado.

Al confiársele la presidencia que asumió en junio de 2014, muchos apelaban a un cambio que parecía tangible por su pasado: Sánchez Cerén era un humilde maestro rural que se inició en la lucha revolucionaria con protestas callejeras, firmó la paz después de una guerra civil que duró más de una década y se convirtió en el primer guerrillero en alcanzar la presidencia del país.

Su infancia fue difícil. Como la de muchos otros niños que crecieron en un hogar pobre, desde temprana edad tuvo que salir a trabajar y más tarde esforzarse por no abandonar la escuela. En su primer trabajo, en una zona rural, vivió de cerca la pobreza y marginación en el campo, lo que lo ayudó a formarse políticamente.

Más tarde, en los años 70, ingresó a la primera organización guerrillera de El Salvador con el proyecto de hacer una revolución socialista y en su lucha se destacó por su visión para buscar una salida al conflicto por medio del diálogo y la negociación. Tras abandonar las armas, el FMLN se legalizó como partido y sus dirigentes se incorporaron a la lucha política electoral a pesar de las dificultades. Sánchez Cerén logró mantenerse a flote en puestos directivos del partido y paralelamente fue electo como diputado por tres periodos consecutivos.

En los años previos a que alcanzara el poder fue cercano al expresidente Mauricio Funes (2009-2014), quien hoy es requerido por la justicia para que responda por los delitos de peculado y lavado de dinero y activos, y dirigió el Ministerio de Educación antes de renunciar para buscar la presidencia.

Antes de alcanzar el poder también tuvo críticos, quienes lo señalaban por su origen guerrillero, trataron de encasillarlo como comunista y le achacaron parte de la destrucción del país durante la guerra.

Ahora, como mandatario, los señalamientos se diversificaron. Además de lo ya mencionado, uno de sus anuncios más sorprendentes fue cuando su gobierno tomó la decisión de romper las relaciones que por más de 80 años sostuvo El Salvador con Taiwán y de inmediato optó por establecerlas con China. La derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), la principal fuerza política de oposición y que controla la Asamblea Legislativa, acusó al FMLN de “vender” la soberanía nacional, y “sin medir las consecuencias que dicho paso traerá en el marco de los esquemas de geopolítica internacional, con aliados estratégicos como Estados Unidos”.

Por otra parte, El Salvador es uno de los pocos países que siguen apoyando incondicionalmente a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua.

“Las nuevas relaciones con China, apoyar regímenes totalitarios como Venezuela y Nicaragua y los pocos avances y esfuerzos por erradicar la corrupción han dañado las buenas relaciones con nuestro principal socio comercial (Estados Unidos)”, según la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), uno de los principales tanques de pensamiento del país.

Hoy pocos lo avalan, pero entre los estudios que destacan sus logros está uno de opinión reciente de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, que señala que algunos salvadoreños reconocen entre sus logros “las ayudas a familias pobres” con los paquetes escolares, el vaso de leche para los estudiantes de educación primaria, el subsidio del gas, los paquetes agrícolas y la mejora en la infraestructura de calles y carreteras.

“El presidente ha trabajado para ayudar a los más pobres, le dio impulso a las programas sociales, que ayudan a los que no tienen casi nada, pero ha sido difícil (profundizarlas) por el bloque de la derecha. La gente pobre, los campesinos están agradecidos”, dijo a la AP Óscar Benítez, de unos 40 años, que mientras esperaba el bus para ir a casa afirmó que es “fiel” simpatizante del FMLN.

En el futuro cercano, las consecuencias de la percepción pública hacia el presidente podrían dañar seriamente a su partido. Miguel Montenegro, director de la CIDHES, agregó que si el FMLN pierde las elecciones como se ha pronosticado, habría un terremoto en el partido: “no sería la muerte, pero sí una gran sacudida que creo ahora si obligará a cambien la dirigencia”.

La gente de a pie, los que viven con unos pocos dólares al día y más sufren los problemas que abaten al país, coinciden que el gobierno de Sánchez Cerén no cumplió como ellos esperaban.

“Han puesto algunos programas (sociales) como los paquetes escolares, pero eso no basta, eso no resuelve nuestros problemas, aquí no hay trabajo, aquí vivimos bajo la ley de las pandillas”, dijo a la AP Ernesto Torres, un comerciantes informal.

“Se han olvidado de los pobres, por eso están como están”, sentenció.

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