Tanto manifestantes como indigentes que ocupan los campamentos improvisados a lo largo del Benjamin Franklin Parkway y Ridge Avenue deberán desalojar el terreno el martes a más tardar las 9:00 a.m.
Todo esto tras casi dos meses de negociaciones infructuosas entre el cabildo y los protestantes.
Tensión e incertidumbre reina en los campamentos improvisados a lo largo del Benjamin Franklin Parkway y Ridge Avenue luego de que las autoridades de Filadelfia le dieran como fecha límite de desalojo el martes a las 9:00 a.m.
Los organizadores del terreno invadido sometieron un recurso legal el lunes en la tarde en un afán por detener la determinación del cabildo.
Y es que los líderes de la ciudad aseguraron que tras dos meses de negociaciones infructuosas designaron una fecha para los desalojos.
Lo cierto es que en medio de la batalla de los manifestantes y la municipalidad están los verdaderos desamparados que no tiene a donde ir una vez concluya todo.
“Yo me acuesto y me pongo a llorar como un bebé porque la situación es dura y difícil”, destacó un puertorriqueño alojado en la ciudad de casetas quien solo se identificó como Rodríguez. “Mañana (martes) lo que va a pasar aquí es un desastre”.
Local
Ante lo que es su vida en ese espacio relató que “para los que estamos en la calle nada es fácil. Aquí me siento un poco mejor porque yo dormía debajo del puente. Aquí la situación también es complicada. Han robado mucho y siempre se están peleando”.
Agregó que “uno aguanta, pero llega un punto que te rompes como que cuanto más puedes aguantar”. Aunque cuenta con un baño y un sitio donde estar aseguró que las garatas constantes lo mantienen en vilo. “He visto gente desnudándose, gritando y peleando”.
De todas maneras, sostuvo que entre los inquilinos del campamento figuran personas con padecimientos de salud serios. “De verdad hay condiciones aquí. Hay diabéticos y gente que tiene problemas de la espalda y los pies. Hay gente en silla de ruedas”, apuntó Rodríguez.
El desamparado cree que la situación ha llegado hasta un punto que la responsabilidad de lo ocurrido “es compartida” tanto de la ciudad como de los organizadores del campamento. “Les pido a la gente que no juzguen a todo el mundo. No todos somos iguales y hay gente que tiene buen corazón y quiere cambiar”.
